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Me escuché gritar

Me escuché gritar como si se tratara de alguien más y sentí el dolor, la desesperación, el miedo y a alguien que suplicaba por dentro para que todo se acabe. Por alguna razón no lloré, sólo lancé ese grito que decía que no podía más. Pero sí pude, y aún me siento capaz de pelear lo que tenga que pelear para estar bien. Siempre he pensado que las cosas pasan por algo y que cada cosa mala es una oportunidad para aprender y así es como he estado tomando todo esto. Hoy me desperté sintiendo ese grito una vez más y supe que era hora de escribir, antes no me sentía lista, antes no encontraba las palabras pero ahora después de todo, sé que puedo dar este paso. Por un pequeño momento sentí que las fuerzas me abandonaban, por primera vez me sentí tan quebrada, tan vulnerable, que creí que nunca me iba a recuperar. Y me he vuelto a sentir vulnerable cada vez que ha sido necesario, cada vez que el dolor me ha paralizado, que algún recuerdo pasaba por mi mente y he abrazado esa parte de mi pa
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Un día cualquiera

Un día cualquiera, por alguna razón que nunca entendí del todo, mi vida se detuvo. Mi hogar se convirtió en un refugio de ventanas cerradas y cortinas que nunca se corrían, las horas empezaron a pasar sin sentido y cada vez era más difícil saber si era de día o de noche. Dejé las clases, el trabajo y todo aquello que implicara que mi presencia sea conocida fuera de ese hogar-refugio en el que vivía, el contacto con el mundo exterior se frenó por completo. Mis amigos dejaron de serlo, nunca supe si intentaron tener señas del porqué había desaparecido, simplemente de un día a otro yo ya no existía más que en aquella casa.  Y luego de esa casa vinieron otras, de pronto despertaba en un lugar distinto. No podía ver al exterior pero cada casa es distinta y yo podía reconocerlo. Leer se había convertido en mi único escape al mundo exterior, de alguna manera siempre había algo que podía leer. El contacto con mi familia se había resumido a compartir la mesa 3 veces al día, parecía que cad

Autogol

Les debe haber pasado alguna vez. Algo les sale mal o no les sale como quieren y se frustran. Bueno a mi me pasa a cada rato, tengo un problema serio con eso.  De niña me di cuenta que soy de las que se descorazonan rápido así que normalmente practicaba ponerme en el peor escenario, esperar lo malo antes que lo bueno, no abrigar esperanzas. Si las cosas salían mal, no me iba a decepcionar y asunto solucionado ;) o eso pensaba. La verdad eso me funcionó bastante bien por mucho tiempo, lo aplicaba a todo, incluso hasta a mis relaciones sociales. No sé muy bien cómo hallaba el equilibrio entre no esperar nada y aún así sacar fuerzas para hacer las cosas. Ahora que lo pienso al final es la esperanza lo que te mueve la mayor parte del tiempo. Con el tiempo me di cuenta que esa actitud me había ocasionado varios problemas y que peor aún, no siempre iba a poder cerrarme ante las expectativas. Las cosas pasaron poco a poco, desde que empecé a confiar más en algunas personas y hasta a

La misma ilusión

Hay días en los que pido que tus desplantes no me duelan Pido por no sentir esa presión en el pecho Ni el nudo en la garganta por intentar contener las lágrimas A veces quisiera que no se me quiebre la voz cuando intento hablar contigo ni tener miedo luego de recibir un saludo tuyo que no denote un cariño especial Pido por tierra, por estabilidad, por dejar de sentir baldes de agua helada y la sensación de que quitan el piso. A veces me  pienso exagerada, con poco aguante, que al parecer contigo todo me duele el doble, Que no me funciona la pared que construí para que las cosas no me afecten demás sobretodo porque para ti, después de la cólera, parece que no tiene importancia quisiera también romper en cólera, devolver dolor por dolor pero es más complicado que eso, puede más el miedo a perder, a añadir nuevas a heridas a algo que quiero fortalecer y no destruir. También sé que pedir por indiferencia es como pedir por acabar con esto poco a poco y será por eso que me re

Lecciones 2015

Definitivamente yo quería que el 2015 fuera un año de cambios y de cosas buenas, sobretodo de cosas de las que pudiera aprender mucho. A pesar de que el inicio del año fue algo lento, pesado y de mucho estrés, desde mayo las cosas cambiaron un poco y terminaron con más cambios de los que esperaba. Y aunque no hice una lista de propósitos (sólo un año logré hacerlos) ni pedí deseos cuando soplé las velitas de mis tortas (me pongo tan nerviosa cuando soplo las velitas que ni deseo pido) parece que eso de que fuera mi año chino tuvo influencia (ahora resulta que soy supersticiosa u.u). No pienso contar todas las victorias, las derrotas y las anécdotas del año, pero sí quiero hacer un top 10 de las cosas que he aprendido este año, cosas sobre mí, sobre como funciona la vida, sobre como funciona la gente a mi alrededor y más. Como para que no se me olvide y no se necesite de nuevos trancazos e introspecciones para recordar (o para corregir algunas en el futuro, quién sabe). Lección

Ceder

Una vez, recordando una mala experiencia romántica en la que cedí mucho de mi para que las cosas funcionaran y no fuera el fracaso una vez más mi culpa (aunque desde el inicio supe que eso no llegaría a ningún lado), declaré que no volvería a ceder. Alguien en la mesa me dijo que eso no debía ser así, que en las relaciones siempre se debe ceder, no perder tu esencia, pero habían pequeñas cosas que se tenían que conceder de ambas partes para que las cosas funcionaran. Ahora después de tiempo me doy cuenta de que es verdad. Son pequeñas cosas, pequeñas concesiones que hacemos todos los días que ayudan a fortalecer los lazos. No me malentiendan, no digo que dejen de tomar decisiones para ustedes, o que el mundo del otro se convierta en el suyo. Pero entrar a una relación y creer que va a funcionar manteniéndote como una roca siempre, no funciona. Sí, sin querer uno va cediendo. Uno va cediendo el "Yo puedo sola, no necesito que nadie me cuide" o el "no te metas en mi v

Cargando el difunto

Hasta ahora no he experimentado el sentimiento de la pérdida de un ser querido, más que cuando mis mascotas dejaron de estar con nosotros, así que no sé muy bien si la comparación que haré ahora tenga de verdad algún sentido pero es el único que le encuentro por ahora. Hace poco se me murió un amigo, de hecho creo que lo maté de a pocos y le di la estocada final con una cachetada (que al final creo que ni le dolió). La culpa no fue enteramente mía, la verdad creo que el más culpable de su muerte fue él mismo. No creo que le haya importado mucho suicidarse como amigo mío, ya hace rato no era exactamente ser mi amigo lo que quería y al final el panorama fue cambiando más hacia un odio sordo y rencor acumulado. Nunca me preguntó qué sentía, nunca me preguntó sobre las cosas del pasado que lo terminaron atormentando, siempre fue él y sus sentimientos, él y sus problemas, y no me molestaba. Lo entendía porque así era él, porque así lo había conocido, porque a pesar de lo hiriente siempre me