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Mostrando entradas de junio, 2014

El último llanto

Cuando él murió, ella no derramó ni una lágrima. Habían sido 25 años juntos y ella no podía soltar el llanto. Durante esos 25 años ella nunca lloró y tampoco lo había visto llorar a él. Y vaya que los dos tenían motivos de sobra para haberse llorado mares. Nunca se casaron porque en el fondo los dos siempre mantuvieron la esperanza de encontrar a alguien más que les quite el capricho de seguir juntos. Alguien que les de paz y que traiga menos daño a sus vidas, pero los dos parecían fieles a la combinación de agua y aceite. Hubieron momentos buenos, esos en los que él se sentaba en el jardín de la casa y ella le tomaba la mano y podían pasar horas sin que se miraran pero sintiéndose el uno al otro. Hacer el amor a veces parecía un acto de revancha; se enredaban en una lucha por poseerse y encontrarse que terminaba en un estallido que nunca entendieron. Por momentos ella sentía que los dos estaban ahí, el uno para el otro, para castigarse. Para ser cada uno el verdugo del otro y al mi