Hace falta ser fuego y quemar las entrañas con ira devoradora Hace falta ser agua e inundar los ojos de aquel al que se le quiebra la garganta Hace falta ser miserable sufrimiento que clava las uñas en la carne del rostro, que funda la sonrisa con ojos lastimeros, que dificulte la respiración con un nudo en la garganta. Hace falta revolcarse de aquello que logró traspasar nuestra armadura de orgullo. Revolcarse hasta sorber la última gota de sustancia tóxica y sentirse como un árbol pudriéndose por dentro por la excesiva humedad y los hongos. Hace falta ser llanto y baba y gritos y manos crispadas y rodillas flaqueando Hace falta lanzarse a la arena de los gladiadores y aceptar ser maltratado y asesinado Y al final hace falta ser ave fénix para renacer de las cenizas. Ser la nueva sonrisa de un rostro radiante y los ojos profundos de un hombre cansado pero nunca derrotado. A.M