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Rituales

Despiertas, pero siempre se necesitan cinco minutos más, o diez o quince para levantarte. Esperar la mordida desesperada de tu perro avisándote que ya todos despertaron en casa y que tú ya deberías hacerlo también. Ver el celular, siempre escondido debajo de la almohada, y asegurarnos de no levantarnos demasiado temprano y caer en cuenta la mayoría de las veces que realmente ya es demasiado tarde.
Desnudarte y ver la ducha con vacilación, siempre dudar, dudar como si estuvieras a punto de saltar un abismo (¿es tarde? Hay que apurarse) .. y entonces respirar profundo y entrar en el chaparrón, refrescarte si es verano o congelarte si es invierno (casi nunca calentamos el agua, no tenemos ducha con agua caliente). Pensar mientras te hechas champú en el cabello, conversar con aquellos amigos que no tenemos cerca mentalmente, revivir un episodio de tu adolescencia mientras te pasas la esponja con jabón, reírte de seguir recordando todo con tanto detalle, inventarle finales alternativos a tus historias, pensar en encuentros futuros.. Siempre nos demoramos en la ducha. Salir de la ducha y correr al cuarto, nos da flojera elegir ropa (menos mal no tenemos mucha), secarte lento y luego ponerte la ropa a toda carrera. 

Ir a la cocina por el desayuno (¿hay tiempo para el desayuno? Nunca hay, pero lo tomamos), pasar por el espejo grande del patio antes de llegar a la cocina y bailar frente a él, siempre, aunque no haya tiempo y tengamos ropa incómoda (siempre mejor en pijama), llegar a la cocina y atragantarnos un pan y un vaso de leche lo más rápido posible (tanto que terminamos con náuseas), agradecer y salir corriendo con la loncherita del almuerzo. Coger la cartera y salir corriendo, gritar una despedida y acercarse a acariciar al perro y decirle “Chau hijo”. Saludar al vendedor de periódicos. Tomar el bus, pagar el pasaje y entretenerse con los números del boleto (sumar, sumar y restar), asombrarnos cuando nos sale el mismo número/letra por ambos métodos, luego jugar con los números de las placas de autos, alegrarnos cuando nos sale un número par. Cerrar los ojos e intentar descansar antes de llegar a trabajar, nunca vemos la hora en el celular (no traemos reloj) si es tarde, es mejor enterarse de cuán tarde estamos recién cuando pasemos por esa maquinita que te controla la hora de llegada y de salida.


Encender el ordenador y mientras esperamos que esté listo acomodamos la cartera en la silla, pasamos la hoja del calendario y nos acomodamos. Vamos directo a las noticias, a la caricatura y al horóscopo (no creemos mucho en eso pero siempre deseamos ver si esta vez le atinan), no solo revisamos nuestro signo zodiacal también revisamos el de alguien más de quien no sabemos nada (como si el horóscopo nos fuera a contar qué sucede con esa persona cada día), una costumbre vieja que repetimos todos los días sin falta aunque ya no tenga mucho sentido.
Buscar noticias curiosas, distraerme cada cinco minutos con los ruidos, la web de los periódicos y revistas, escribir, revisar correos……
No es una rutina, rutina es despertar temprano, trabajar todo el día, almorzar a la misma hora, llegar cansada a casa. Son pequeños rituales que necesito para sobrevivir a la rutina, todos tenemos, no nos damos cuenta a veces pero los disfrutamos

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