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De cómo llegué a una comisaría....


Salí yo del cine un día de semana y fui al paradero a tomar un carro para llegar a mi casa. Como siempre, sabes que te enfrentarás a un mal tráfico, a ir parada/colgada, a que te trate mal el cobrador, etc., pero nada me preparaba para lo que me pasaría esta vez.
Llegué a la avenida y me encontré a un bus vacío para mi ruta y a su wachiturro amable cobrador llamando gente en la esquina :" Un sol cincuenta, un sol cincuenta, nos vamos directo. Un sol cincuenta, estoy avisando" El pasaje normal es de un sol veinte pero yo quería ir sentada y 30 céntimos más me pareció que no era la gran cosa. El carro pasó la esquina ya con los asientos copados y el eficiente cobrador empezó su tarea, pero oh sorpresa la primera pasajera decidió que no iba a pagarle un sol cincuenta sino solo un sol porque ella tenía su carnet de medio pasaje y nadie le quitaba sus derechos de estudiante, ahí empezó todo.

El cobrador ofuscado ante la rotunda negativa amenazó con bajarla del bus y luego con bajarnos a todos. El chofer desvió el auto, paró y con aquellas maneras amables que caracterizan a los choferes de combi aquí en Lima #okno nos dijo "¡Se me bajan todos que ya no voy!", todos obviamente indignados le gritamos que no nos bajábamos hasta que nos dejara en el paradero desde el que nos recogió, no estábamos lejos pero si ellos querían joder nosotros queríamos joder más, gritamos por las ventanas y 3 policías de tránsito se acercaron. Eran tres policías de tránsito mujeres que al ver el griterío y a un bus en lugar por donde no pasan buses si no solo taxis se acercaron, al verlas todos miramos con ojos triunfantes al cobrador del micro y prácticamente llevándonos las manos a la cabeza y sacando la lengua le dijimos "jojolete".... bueno no, pero fue algo así. Les dijimos que ahora iban a ver lo que era bueno, que ojalá les guste su papeleta y que la pasen bonito en la comisaría; el chofer a modo de revancha nos dijo que su carro estaba malogrado y que cómo iba a avanzar, ojo según él no lo paró a propósito en aquel lugar debido a su pataleta por el pasaje de una sola persona. No sabemos qué artificios usó pero el carro efectivamente parecía que no podía avanzar (algunos decían que desconectando un cablecito clandestino se pueden hacer esas cosas con los micros), y cuando la policía se acercó fue obviamente la explicación que recibió del chofer. Todos gritamos enfurecidos que eso era mentira, que el cobrador, que rápidamente recibió el apodo de "cachetón", se había encolerizado y nos había traído a ese lugar. La policía nos escuchó y procedió a pedirle los papeles al chofer, que oh sorpresa no los tenía (o eso decía), solo le dió su DNI a la policía y ella se limitó a mirarlo y devolvérselo.

De pronto nos dimos cuenta que algo andaba mal, las policías parecían estar debatiendo entre ellas acerca de qué debían hacer y nosotros seguíamos ahí mientras que el chofer se bajó del carro junto con unos cuantos pasajeros no dispuestos a seguir perdiendo su tiempo. Y luego pasó algo que para mí fue como una cachetada.

Los pasajeros enfurecidos que aún seguíamos en el micro dispuestos a perder nuestro tiempo con tal de ver que esos dos que nos habían fastidiado la noche tuvieran algún escarmiento y que en cierta forma tomábamos eso como una afrenta simbólica contra todos aquellos transportistas que alguna vez pisotearon nuestros derechos escuchamos estupefactos a la policía de tránsito que nos dijo: " A ver señores, ¿están todos ustedes dispuestos a ir a la comisaría?" todos respondimos al unísono "SÍÍÍÍÍÍ" y ella con cara de desilusión nos respondió "¡Bueno entonces todos tendrán que pagar 50 soles por un dosaje etílico!". Todo se volvió murmuraciones, yo de leyes casi no sé nada así que por más descabellado que me pareciera no podía decir que ella mentía al decir que debíamos pagar ese dosaje. Una de las pasajeras le dijo que eso no podía ser cierto, que su padre era policía y que los dosajes etíllicos solo se hacen cuando ocurre un accidente y lo paga el chofer, la policía calló sus reclamos gritando que así era la ley y que ella debía pagar si quería presentar su denuncia.

Me quedé con la boca abierta, si lo que decía la policía era cierto entonces teníamos leyes peores a las que yo había creído ¿acaso no era ridículo pensar que cuando uno era agraviado debía pagar un dosaje etílico para poner la denuncia? ¿qué pasaba si me asaltaban y dejaban en la calle? ¿debía correr a buscar 50 soles para pasar mi dosaje etílico y poner la denuncia?  y si por el contrario, lo que esa policía decía no era cierto entonces tenía que decepcionarme de aquellos que en vez de poner una papeleta y escarmentar al chofer que hizo lo que se le dio la gana, venía a intentar intimidarnos con el supuesto pago de 50 soles.

Lamentablemente ocurrió lo último, la joven que efectivamente era hija de un policía llamó a su padre para confirmar la mentira y bajó del carro para identificar a las policías que en vez de ayudarnos intentaban desinformarnos para no darse el trabajo de ir a una comisaría o de exigir los papeles al chofer y aplicar una papeleta. Al verse descubierta la policía nos dejó ahí diciendo que no podían hacer más y que esperásemos la grúa que nos llevaría a la comisaría. Mientras tanto el chofer había desaparecido dejando al cobrador con el carro presuntamente malogrado, no fue identificado porque las policías jamás apuntaron su nombre o su número de DNI. Cuando noté lo que pasaba no pude evitar sentir además de rabia y decepción un sentimiento que creo yo debe ser parecido al que sienten aquellos niños que después de años creyendo que Papa Noel les dejaba los regalos descubren a sus padres escabulléndose debajo del árbol de madrugada. Siempre creí que la policía era ineficiente, en muchos casos corrupta, pero al vivirlo en carne propia mi indignación me hizo sentir un peso que pareció envejecerme esa noche. Me sentí desamparada.

Mi cólera fue tal que por más que ya iba perdiendo más de una hora en esos trances esperé a la patrulla que el padre de una pasajera estaba enviando al lugar, al cachetón lo quería demoler a cachetadas por seguir diciendo que el micro estaba malogrado y que todos éramos una sarta de histéricos y mi pobre enamorado viéndome tan resuelta tuvo que aceptar también esperar a ir a la comisaría. La patrulla llegó y al cachetón no le quedó otra que encender el micro y llevarnos a la comisaría, a esas alturas ya quedábamos pocos pasajeros dispuestos a seguir invirtiendo nuestro tiempo en una denuncia.

Ya en la comisaría nos quedamos esperando más de una hora a que cierto papelito fuera llenado y firmado por no sé quién que según me enteré un poco antes de irme estaba durmiendo en su carro en los alrededores, se pudo identificar a la policía que no cumplió con su deber y se suponía también se le denunciaría... a las 11:30 de la noche salí de la comisaría sin ser parte de la denuncia porque mi enamorado temblaba en fiebre y yo moría de cansancio, podía quedarme más tiempo parada pero no podía exponer a alguien más a sufrir de fiebre y morir de frío por algo que parecía no iba a pasar. Hasta ahora me pregunto si la denuncia llegó a ser hecha, si les sirvió mi nombre y mi DNI para ponerme en calidad de testigo o si el cachetón y el prófugo chofer recibieron su merecido por algo que estoy segura están acostumbrados a hacer: pisotear los derechos de los pasajeros.

Muchos pensarán que hicimos quizá algo exagerado, hubiera sido más fácil bajarnos del carro, caminar unas cuadras hasta el paradero y abordar otro bus. Pero simplemente esa noche nos juntamos muchas personas que no estábamos de humor como para que otro microbusero hiciera lo que se le de la gana, no cumpla con su labor e infrinja leyes de tránsito. Por cansancio, conformismo o porque sabemos que nadie normalmente nos escucha preferimos ir por el camino fácil de la indiferencia y nos dejamos agraviar por cualquiera, pero si aquellas personas acostumbradas a faltar el respeto tuvieran siempre alguien que les haga frente quizá casos como éste serían mucho menos comunes.

A todo esto, la universitaria que no quiso pagar el pasaje demás exigido por el cobrador fue la primera en bajarse del carro, nos dejó con el problema que ella denunció, tiró la piedra y salió corriendo. No la culpo por querer pagar su medio pasaje pero solidarizarse con las personas que nos solidarizamos con ella no hubiera estado demás.



Comentarios

  1. Hola, vaya historia, la verdad es que un poco rocambolesca pero me alegro de que no fuera más compleja.

    Te invito a visitar nuestro blog http://elclubdelaslectoras.blogspot.com

    Un saludo

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