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Carta a Toby

Querido Toby,

Quiero pedirte disculpas porque esta semana ha ocurrido algo que sabía te perturbaría. El lunes me viste despertar más temprano que de costumbre (antes de que vayas tú a despertarme), pero solo atinaste a moverme la cola cuando me viste salir en pijama pensando quizá que ahora me despertaba más temprano para llegar por fin temprano al trabajo. Pero las alarmas en tu cabecita perruna se activaron cuando notaste que no salía con sastre y mi cartera de trabajo sino que estaba en ropa deportiva y zapatillas, saltaste de alegría porque con esa misma ropa salíamos antes al parque donde te encargabas de sabotear mis ganas de hacer ejercicios a punta de mordiscos y empujones, pero yo te dije que ahora no, no Toby, no ibas a salir. 

Me reclamaste como de costumbre, hiciste un escándalo que estoy segura despertó a toda la cuadra y al final lograste salir gracias a que no tengo tanta fuerza como tú. Tuve que despistarte; en medio de tu algarabía saliste corriendo pensando haber logrado tu objetivo y yo tomé el camino contrario rápidamente para que no lograras seguirme a la puerta del gimnasio, donde ahora nadie me muerde cuando corro o intenta jugar con mi cabello cuando hago abdominales. Hoy casi casi y descubres a dónde voy, te diste cuenta que intentaba despistarte una vez más y no caíste, empezaste a correr a mi costado mientras yo pedaleaba con fuerza en la bicicleta intentando ganarte en velocidad -ilusa yo, la bicicleta de mi hermana jamás será como mi Goliat- ibas a mi lado con ojos recelosos y yo iba pensando cómo sacarte del camino. Lo logré Toby y supe que regresaste a casa molesto por haberte dejado otra vez. Lo siento Toby, te conozco y sé que no esperarás a que salga del gimnasio paradito en la puerta cuál guardián, si no que irrumpirás como si fuera tu casa, como si el hecho de que yo esté dentro te diera derecho a entrar y husmear tú también. Y como solo pagué una membresía y no dos, lo siento no puedes entrar. Quizá cuando esté mas acostumbrada al horario pueda despertar algo más temprano y darte tu paseo antes de ir al gimnasio, quien sabe, por ahora debes salir con el abuelo como siempre.

Aprovecho esta carta, Toby, para tocar además otros asuntos que tengo pendientes contigo. Hijo mío te quiero comentar que mi mano no es un juguete, mordisquearla cada vez que estás inquieto o estressado quizá te divierta a ti pero normalmente mis ¡au! son de dolor y no de alegría (prueba de ello son las diferentes marcas que quedan luego en mi piel), tampoco las mangas de mi chompa fueron hechas para tu diversión, te agradecería por favor dejar de jalarlas a mordiscones, se rompen señor y cuestan. Te pido además que cuando quieras que te siga a algún lado optes por cosas más convencionales como alborotarte intentando señalarme el lugar al que deseas ir en vez de coger mi mano con tus dientes y empezar a correr como loco, un día de estos me dejas sin tendones y a ver si te va a gustar que tu mamá no pueda ni acariciarte. 


Otra cosa, la ropa del cordel y el papel higiénico del baño no deben ser usados como venganza, si alguien no te puede sacar al parque o te dejamos solo un momento no te desquites con las cosas. Después la cuenta y los gritos los gano yo por ser tu tutora, y mira que ya tengo una lista de deudas grandes con mis propios destrozos. Ahhhh y ¡Por favor cómete tus croquetas! no es posible que una tenga que rogarte o ponerte croquetas en la boca para ver si deseas, no siempre habrán del sabor que te gusta pero es tu comida y debes comer porque sino te enfermas, que mi abuela te haya acostumbrado a calditos de pollo y yo a la leche no quiere decir que siempre habrán en la casa, sé bueno y come.

Te cuento además que no tengo pulgas, piojos y/o garrapatas, por lo que te pido dejes de intentar despulgarme cada vez que tienes mi cabello a tu alcance. Si los llego a tener, te juro que usaré Nopucid y no requeriré tus destrezas con esos bichos, tú tranquilo.  Y ya que hablamos de bichos, te quiero pedir disculpas por esa temporada en que creímos te había dado caracha de tanto escaparte a la calle con tus amigotes y no queríamos tenerte cerca, menos mal, un veterinario nos contó que eras alérgico. Lo siento, te heredé un gen malo, las alergias nos aquejarán siempre y debemos cuidarnos. Y bueno, seamos sinceros, que seas alérgico al mundo como yo realmente es solo una coincidencia. 

Sí, yo sé que te incomoda el tema. Eres adoptado y aunque intentes negarlo a punta de mordidas cuando mi papá te lo saca en cara, esa es la realidad. Pero te quiero como a mi hijo y siempre agradeceré que te me hayas a aparecido ese lunes de setiembre, con esos ojitos preciosos que me enamoraron en un segundo. Agradezco que nadie te reconociera como suyo cuando pregunté de casa en casa, y que mis padres te aceptaran "temporalmente" y al final te hayas quedado a pesar de que tentaron a mi papá con venderte. Agradezco las veces que me has hecho notar que debo despertar porque es tarde, las veces que has dormido conmigo, tus ganas de que te cargue aunque ya seas más grande que yo, que me regañes cuando llego tarde a casa, que quieras "ayudarme" con la lonchera, que me acompañes a desayunar y que me defiendas de los juegos toscos de mi padre.

Gracias Toby porque alegras mis días siempre con tus ocurrencias, porque tu desorden lo recojo con gusto y porque me encanta darle vida a tus gestos y hacer de cuenta que me hablas :)


Sé que nunca leerás esto, pero igual me dieron unas ganas terribles de hacerlo para ti.

A.








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