Una madrugada despertó pensando que él estaba a su lado. Lo había sentido acercarse y envolverla con sus brazos. Despertó con la esperanza de que no fuera un sueño y al encontrarse sola, una oleada de angustia le escarapeló el cuerpo. Pensó que quizá en ese momento él soñaba con ella y algún conjuro extraño del cosmos los había juntado en sueños. Él no estaba ahí y no recordaba que alguna vez se haya quedado junto a ella en la cama más de una hora, como si no quisiera más de ella, de esa paz, de esa tranquilidad después de hacer el amor.
Cuando recordó que hace más de un mes no sabía de él, que simplemente había desaparecido y que sus largas conversaciones virtuales y encuentros furtivos se habían convertido en un silencio angustioso, sintió que su corazón era más grande de lo que su pecho podía resistir. El llanto le sobrevino sin que pueda hacer nada para detenerlo, las lágrimas empezaron a caer copiosamente, era un llanto silencioso, sintió por primera vez cómo la tristeza se apoderaba de su cuerpo y no se convertía en una mueca de sonrisa a la fuerza, si no en gotas llenas de amargura que le mojaban el rostro impunemente. No recordaba haber llorado de tristeza antes, conocía el llanto de impotencia pero su cuerpo parecía haber sabido siempre sacarle la vuelta a la tristeza. Ese llanto dolía, no parecía un desfogue sino la extensión de un sufrimiento que no se había dado cuenta que sentía, fue un llanto revelador que no se preocupó por secar, la humedad en su mejillas parecía una penitencia justa en ese momento, y prefirió ir perdiendo la conciencia con la cara mojada de amargura e internarse de nuevo en la profundidad de los sueños.
Despertó sintiendo que algo en ella había cambiado, algo se había roto dentro y no tenía idea de cómo repararlo. Ella solo sabía afrontar las cosas de una forma: huyendo de ellas. Sabía mantenerse ocupada, no despegarse de su grupo de amigos, leer como una desesperada, escuchar toda la música posible que no tuviera nada que ver con su drama y olvidarse de que algo podía hacerle daño. Así que se dispuso a ser la persona más eficiente del mundo esa mañana; se bañó y vistió en 10 minutos evitando hacer pausas para pensar en nada, ordenó sus papeles y salió hacia la oficina. Llegó muy temprano y se puso a buscar libros gratis en línea - Si mi trabajo no me entretiene lo suficiente, me leo algo y ya- organizó las tareas para su día, intercambió chistes con sus colegas cuando llegaron, habló de sus planes de fin de semana - No tengo aún, pero me los puedo ir inventando- llamó a una amiga que no veía hace tiempo y con quien siempre se podía conversar de banalidades de forma confortable y le propuso una cena después del trabajo - Todo con tal de llegar lo suficientemente cansada a casa como para dormir y no pensar- pensó que su método nunca fallaba, hasta ahora estaba al 100% y llena de energías.
El día pasó volando, tal y como ella lo había planeado. Había reído a montones, había conversado horas de cosas sin importancia y ahora mientras giraba la llave en la cerradura de la puerta de su departamento solo pensaba en llegar a la cama y dormir. Mientras se quitaba los zapatos y tarareaba una canción alegre escuchó su celular sonar y lo contestó sin mirar quien era.
-¿Aló?
- ¡Princesa Di! Te he extrañado mucho, ¿nos vemos mañana?
Solo la voz al otro lado del teléfono la quebró toda.
PD 1: Esta canción se me volvió a pegar esta semana y creo que hubiera sido una buena respuesta a la llamada de arriba "Hit the road.. and don´t you come back.. no more...."
Grande Ray :)
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