Ir al contenido principal

Un ángel está de cumpleaños

La primera vez que te vi, tenía 13 años. Vi tu silueta en el escenario tocando el saxo ( ¿era Strongers in the night o Feeling?), moviéndose poquito, como en trance, y me quedé impresionada. No sabía que ese Fito del que mis amigas hablaban siempre (y que me caía espeso de tanto escuchar su nombre) era el Adolfo Pachamango Pachamango que había anunciado un profesor en el escenario.

Ese día empecé a admirarte, y dejé de escuchar con fastidio los comentarios de nuestras amigas en común. Tiempo después yo empecé a tocar el clarinete y como eras algo así como el sensei de la familia de clarinetes, te empecé a ver seguido. En ese tiempo no te conocí mucho, eras callado pero siempre dispuesto a ayudar a otras personas, siempre caminabas como si fueras procesando ideas, eras de las personas de confianza del profesor, y como a veces no nos hacías caso yo también te ignoraba un poco.

No recuerdo muy bien cómo empezó nuestra amistad, creo que a finales de cuarto año me di cuenta de que solo tenía un año para mejorar en el clarinete y empecé a buscar ayuda. En el verano ensayábamos fuera de los días de ensayos generales y poco a poco te fui conociendo. Cada vez me dabas más curiosidad, me intrigabas. Empecé a rebuscar como normalmente hago cuando algo despierta mi curiosidad (creo que al mismo tiempo tú rebuscabas en mí), poco a poco logré ver más y tú, experto en sacar perfiles, lo hiciste mejor. Descifraste mis distintos tipos de sonrisa, aguantaste mis constantes dolores de cabeza, me enseñaste a hablar cuando debía hacerlo. De pronto empecé a confiarte cosas que no había confiado antes, te convertiste en mi consejero, en mi amigo y guía. Cuando salí del colegio tenía cosas que enfrentar, cosas que dejar atrás y me apoyaste en todo.

Jamás voy a olvidar las conversaciones diarias por teléfono. Yo sentada en el lavadero de mi patio con el teléfono al costado y tú parado en el teléfono público los 100 minutos que permitía Telefónica con 50 céntimos. Esas conversaciones me hicieron pintar a esa chica mirando la luna en mi cuarto, porque cuando hablaba contigo siempre miraba la luna y hablábamos de ella. Me sentía acompañada a pesar de que no te vi todo ese verano. Ya te habías convertido en mi fuerza, ya eras cómo el hermano mayor que siempre había querido tener, me protegías e intentabas que mis problemas de adolescente no fueran más que eso. Sé que muchas veces mis errores también te dolieron a ti, que no era fácil escuchar que de nuevo me había equivocado ¿Cuántas veces has querido estrangularme? A veces no entiendo de dónde salió tanta paciencia. Te empecé a llamar mi ángel porque en eso te habías convertido, me ayudaste cuando más lo necesité, hiciste que notara deficiencias que había venido arrastrando y que no había solucionado, me engreías con chocolate o con canciones. Siempre que necesitaba algo eras el primero a quien recurría, aunque al inicio pensaba que te fastidiaba, comprendí que podía contar contigo.

He corrido en busca de tu ayuda incontables veces y has estado ahí. Estoy en deuda contigo de aquí a mil años y espero que haya podido retribuir un poquito todo lo bueno que trajiste a mi vida. Me quedo corta escribiendo todo lo que eres para mi. Quizá tendría que enumerar tooooooooooooodas esas veces que has estado en mis puntos de quiebre para que se entienda.

Empecé a escribir esto cuando faltaban varios días para tu cumpleaños y mira que recién voy terminando de hacerlo. Y mira que no escribí todo lo que quería ni de la manera en que quería hacerlo, pero bueno lo importante es que quedará aquí por si un día te quiero mostrar este espacio. Y quizá te emociones aunque últimamente te me hagas el duro.
Disfruté mucho poder verte después de tantos cumpleaños frustrados por tus "chivos" de procesión. Llegaste en un mes milagroso, por algo será :) No pude probar la torta de lúcuma que te compré (mis hermanos devoran toda la refrigeradora),  pero espero te haya gustado a ti, que es lo importante. Ahora tengo que ir más seguido a tu casa para que la negra no me quiera morder cuando me acerco a ti y para que tu mamá me invite de cenar :D

Un abrazo Ángel querido
Gracias por siempre engreírme tanto, por haberme celebrado cumplemeses como si fuera una beba, por haber sanado mis dolores de ojos y sobre todo por ser mi amigo a pesar de todo (de lo ingrata, de lo tardona, de lo fastidiosa y todo eso que soy de defectuosa).

PD: Nunca te lo he dicho, pero quizá una de las razones más fuertes que me han hecho aceptar que posiblemente no estamos solos en el universo y que hay alguien (ahí arriba, abajo,al costado) que nos protege sin ser humano, es el hecho de haberte conocido en un momento tan preciso. A veces pienso que fue algo divino.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Un día cualquiera

Un día cualquiera, por alguna razón que nunca entendí del todo, mi vida se detuvo. Mi hogar se convirtió en un refugio de ventanas cerradas y cortinas que nunca se corrían, las horas empezaron a pasar sin sentido y cada vez era más difícil saber si era de día o de noche. Dejé las clases, el trabajo y todo aquello que implicara que mi presencia sea conocida fuera de ese hogar-refugio en el que vivía, el contacto con el mundo exterior se frenó por completo. Mis amigos dejaron de serlo, nunca supe si intentaron tener señas del porqué había desaparecido, simplemente de un día a otro yo ya no existía más que en aquella casa.  Y luego de esa casa vinieron otras, de pronto despertaba en un lugar distinto. No podía ver al exterior pero cada casa es distinta y yo podía reconocerlo. Leer se había convertido en mi único escape al mundo exterior, de alguna manera siempre había algo que podía leer. El contacto con mi familia se había resumido a compartir la mesa 3 veces al día, parecía que cad

Cargando el difunto

Hasta ahora no he experimentado el sentimiento de la pérdida de un ser querido, más que cuando mis mascotas dejaron de estar con nosotros, así que no sé muy bien si la comparación que haré ahora tenga de verdad algún sentido pero es el único que le encuentro por ahora. Hace poco se me murió un amigo, de hecho creo que lo maté de a pocos y le di la estocada final con una cachetada (que al final creo que ni le dolió). La culpa no fue enteramente mía, la verdad creo que el más culpable de su muerte fue él mismo. No creo que le haya importado mucho suicidarse como amigo mío, ya hace rato no era exactamente ser mi amigo lo que quería y al final el panorama fue cambiando más hacia un odio sordo y rencor acumulado. Nunca me preguntó qué sentía, nunca me preguntó sobre las cosas del pasado que lo terminaron atormentando, siempre fue él y sus sentimientos, él y sus problemas, y no me molestaba. Lo entendía porque así era él, porque así lo había conocido, porque a pesar de lo hiriente siempre me