Ir al contenido principal

Ceder

Una vez, recordando una mala experiencia romántica en la que cedí mucho de mi para que las cosas funcionaran y no fuera el fracaso una vez más mi culpa (aunque desde el inicio supe que eso no llegaría a ningún lado), declaré que no volvería a ceder. Alguien en la mesa me dijo que eso no debía ser así, que en las relaciones siempre se debe ceder, no perder tu esencia, pero habían pequeñas cosas que se tenían que conceder de ambas partes para que las cosas funcionaran.

Ahora después de tiempo me doy cuenta de que es verdad. Son pequeñas cosas, pequeñas concesiones que hacemos todos los días que ayudan a fortalecer los lazos. No me malentiendan, no digo que dejen de tomar decisiones para ustedes, o que el mundo del otro se convierta en el suyo. Pero entrar a una relación y creer que va a funcionar manteniéndote como una roca siempre, no funciona. Sí, sin querer uno va cediendo. Uno va cediendo el "Yo puedo sola, no necesito que nadie me cuide" o el "no te metas en mi vida". Pasas a compartir  más cosas, a dejar de esforzarte por esconder tus debilidades, dejas un poco el miedo a ser vulnerable ante otra persona y puedes reir, llorar, hacer muecas y cosas ridículas sin que te importe que esa persona esté mirando. Cedes tu tiempo, en alistarte para verlo, en una salida juntos, en ir a algo que quizás a ti no te entretiene mucho pero a él sí. Le ganas a la pereza un domingo para ir a su casa, o al frío y al sueño cuando lo esperas de noche. Cedes parte de tu espacio, de tu territorio, muchas cosas tuyas se convierten en nuestras. Renuncias a las ganas de golpearlo con un palo en la cabeza para dejarlo inconsciente, para que por fin deje de moverse o de roncar y puedas dormir en paz. Renuncias a odiarlo por prender la luz a las 6 de la mañana cuando tú aún puedes dormir un poco más, porque sabes que prefieres que duerma contigo, no importa si te despierta temprano. Dejas de lado tu orgullo para hacer las paces porque no soportas verlo molesto. Cedes tu impulso por tener siempre la última palabra o una respuesta para todo.

Pero esas pequeñas cosas en las que vas cediendo ni se sienten, porque las cosas que ganas en comparación a esos pequeños espacios cedidos son increíbles. Ganas besos en la frente cuando estás triste, a alguien que se sienta a escucharte y te pone cara de "qué interesante eres" cuando te sueltas un monólogo sobre cualquier cosa que te emociona, a alguien que se preocupa porque llegues temprano al trabajo, alguien a quien no le importe dormir mal por tenerte al costado trabajando mientras duerme, alguien que te diga que no importa lo que hagas igual te irá bien, ganas detalles, abrazos de todos los tipos, a alguien que aguante tus ganas de hacer de todo al mismo tiempo, alguien que aguante tu sentido del humor no siempre políticamente correcto, que cantes todo el tiempo y que no lo hagas bien (y que además te diga que le gusta cómo cantas), alguien que te llame cuando le cuentas que estás llorando porque no pudiste cruzar un puente, alguien que te reciba con un almuerzo un sábado, o que te espere hasta tarde por una de esas actividades extras en las que andas metida, alguien que quiera compartir contigo, con los tuyos, alguien que cede también para ti.

Hay una cosa increíble en la química, en ser compinches, amigos, compañeros y amantes. No sabes cuánto durará ese mundo que han construido juntos, ni si es el mejor mundo que pudieron haber hecho, muchos errores se pudieron haber cometido, pero muchos aciertos también. Al final vale la pena, vale la pena vivir lo que se tenga que vivir, ceder lo que se tenga que ceder, construir todo lo que nazca construir, así lo vayas a demoler mañana, así empieces a llevarte tus cosas de ese espacio poco a poco. Vale la pena arriesgarse por alguien que sabes que cederá, que se esforzará, que está dispuesto a amarte y a demostrarlo, tanto o más de lo que tú lo haces.




Creo que las madrugadas me han puesto cursi :P

Comentarios

Entradas populares de este blog

J.C.

Debo haber tenido entre 8 y 10 años cuando leí por primera vez algo de él. Rebuscando en la biblioteca de mi abuelo, donde me sentaba todas las tardes después de almorzar, encontré un libro de Literatura de esos que usan en los colegios como guía de clase. Debió haber sido un libro que mi tía usó cuando iba al colegio y ahora andaba ahí guardado, yo siempre abría esos libros porque sabía que entre los ejercicios y las preguntas de clase encontraría capítulos de libros o cuentos. A esas alturas había rebuscado tanto que ya solo eso me quedaba por leer, así que fui pasando las páginas hasta que encontré un cuento: La noche boca arriba, se llamaba. Cuando lo terminé de leer quedé maravillada, hasta ese entonces lo más distante de las lecturas de colegio que había leído era Crónica de una Muerte Anunciada, lo demás eran novelas lineales con tramas repetidos (ese era el problema de robarle las novelas a mi tía abuela, todas eran tramas de telenovela). Esa historia era distinta, trasgredía e...

Y si escribo

Hoy, en un insomnio de madrugada y entre pensamientos random que me alejaban del sueño, me puse a pensar qué sería lo siguiente que escribiría en este espacio y de tanto dar vueltas en mi cama terminé pensando en lo que se había convertido este espacio para mí. Al inicio creí que solo iba a ser una extensión de mi fotolog, un lugar que donde desfogarme después de un mal día o contar las cosas buenas de la semana, escribir sin ilación, frases sin terminar, cosas que salían de mi cabeza como un chorro sin control y que no me preocupaba en acomodar. Pero sin querer este lugar se convirtió en algo más, intento ser más coherente e incluso he logrado crear algunas cosas en las últimas entradas. Pasé de narrar cosas que me pasan a involucrarme en historias que no son mías del todo, incluso a adaptarme a sentimientos que otros pensaron que tenía. En cada una de las entradas intenté plasmar lo que aprendí experimentando emociones nuevas, las combiné con historias tomadas de aquí y allá y...

¡No voy a llorar!

"oeoeoeoe" Algunos amigos suelen saludarme así por el chat pero esta vez fue ESE amigo. No, no confundan. No es mi ex, ni mi amigo con derechos ni nada por el estilo, es alguien que por razones del destino se alejó de mí y tuve que aceptarlo. Tampoco es que hayan pasado aaaaaaaaaños sin vernos ni hablarnos pero unos cuantos meses bastan para sentir la ausencia de alguien a quien quieres. Y aquí estamos después de unos meses mirando las bolitas que te indican que tu contacto está en línea y pensando cuándo se dignará en hablarte cada vez que la ves encenderse,.preguntándote si después de un tiempo le importará aún hablarte, parando la oreja cada vez que un amigo en común comenta algo sobre él, etc... ¡por fin me habló! y por eso el título de esta entrada, estoy emocionada a tal punto que lloraría pero no lo haré por esas cosas que el "código de conducta en el trabajo" te aconsejan y porque no soy tan dramática (se supone). Sí, este tipo de reencuentros me han emo...